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sábado, 17 de agosto de 2013

EL HOMBRE QUE PENSÓ QUE TENÍA UN AMIGO





Don Edmundo, observaba desde lo alto del faro al hombre que esperaba una embarcación. “Su amigo entrañable”, que no quiso ayudarlo.
Llegaría mucha gente para festejar  la inauguración de su gran industria. A él no lo había invitado al evento. Tampoco lo incluyó en la lista del personal.
Había rogado un empleo pero no obtuvo el trabajo. Aunque su familia tenía muchas necesidades el empresario hizo caso omiso a su situación.
En la noche brumosa, únicamente, la luz del gran foco guiaba al buque.
Edmundo, pensó en el hambre que pasaban sus hijos y en la amistad que por dinero, habían dejado de lado.
No  tuvo compasión, con un arma  potente apuntó hacia la luminaria. Cuando la barca se acercó disparó dejando todo a oscuras. En pocas horas se enteró que no habría agasajo.
Lloró por los inocentes pero era lo que esperaba.




© 2012 Nélida Magdalena Gonzalez de Tapia.
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