Durante muchos años mi querida abuela cuidaba su parra. Mis primos y
yo le decíamos que no tenía necesidad de lidiar con tanto trabajo.
—¡Tranquilos niños, ustedes todavía no conocen nada de la vida! —nos
respondía.
Una mañana de sol nos levantamos temprano sin que abuelita se diera
cuenta.
La vimos subirse a una escalera pequeña y cortar con amor racimos de
uvas.
Seguimos su paso lento y la vimos sentarse en un sitio muy pobre.
Los niños indigentes la estaban esperando. Vimos también, cómo con mucho
cariño repartía los frutos.© 2012 Nélida Magdalena Gonzalez de Tapia.
El texto aquí presente se encuentra registrado y la autora del mismo posee todos los derechos relacionados al mismo. Por lo tanto se encuentra prohibida la copia, la venta, la redistribución, publicación sin la previa autorización de la escritora y así mismo no se puede reclamar la pertenencia de la pieza por parte de terceros.
*Las imágenes publicadas en esta entrada no son propiedad de la autora y fueron encontradas utilizando buscadores de imágenes.
¿Qué pasa? No puedo publicar los comentarios que me llegan.
ResponderEliminarGracias, Encarna.
Autoricé tu comentario, pero no aparece :(