
Pero mi mente
volvió a la realidad, no podía evitarlo aunque quisiera. Las aguas de los lagos
y lagunas heladas, arenas del desierto atosigado por el viento y campos
inundados por las lluvias incesantes.
Seguí el camino,
el vendaval que me halló de madrugada expuso nuestra inconsciencia.
Destrucción,
contaminación, ojos cerrados a la realidad. La humanidad toda, en peligro.
© 2012 Nélida Magdalena Gonzalez de Tapia.
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