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viernes, 7 de diciembre de 2012

EL CARTONERO




Las nubes se vestían con encajes negros, el cielo amenazaba tormenta. Juan apresuró el trote de su caballo que arrastraba el carro en el que iba sentado. Debía llegar a su hogar, antes que el  campo se convirtiese en lodo, aunque era peligroso.
Las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre su rostro como alfileres punzantes. La carga pesada de cartón  humedecido provocó que el calamitoso transporte se bambolee como papel en el viento. El balanceo aflojó una de las ruedas y el animal cayó sobre el barro.
El hombre, que solamente recibió unos golpes,  sintió que se le destrozaba el corazón. Su fiel compañero de trabajo agonizaba a su lado al quebrarse dos patas.
 El temporal recrudeció, los relámpagos iluminaban la oscuridad de la tarde y los truenos emitían un sonido tenebroso. Juan se arrastró y se sentó debajo de un árbol buscando refugio.
Su cuerpo mojado temblaba, el frío lo helaba. La luz de un relámpago alumbró  el lugar, divisó una mujer  vestida de negro con una hoz en la mano. Momentos después un rayo cayó sobre el árbol en el que se amparaba.
Se escuchó la voz  fúnebre femenina, quien con una sonrisa dijo:
—¡Tarea cumplida!





© 2012 Nélida Magdalena Gonzalez de Tapia.
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1 comentario:

  1. Duro para quienes amamos a los animales, muy doloroso para quienes los despedimos con genuino amor.

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